LA ILUSIÓN DE LOS INTERMEDIARIOS
Este domingo, la primicia del periódico español El País, en su edición en línea, fue una filtración del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en la que se realza la mediación de España entre Estados Unidos y Cuba.
``Decidle a Raúl que si él no da pasos tampoco yo podré darlos'', dice el encabezado entrecomillado del diario sin atribución directa, pero insinuando que fue Obama quien lo dijo durante un breve diálogo con Zapatero el martes 13 de octubre en la Casa Blanca, y que relatan los reporteros del diario, según ellos, ``con bastante aproximación''.
Asumiendo que en verdad la conversación entre los dos mandatarios se dio en esos términos, lo primero que habría que resaltar es que Zapatero no es el primer jefe de gobierno que habla sobre Cuba con el presidente estadounidense. Meses antes, en ese mismo lugar, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, hizo lo mismo. La gran diferencia es que los brasileños no le filtraron a la prensa el contenido de su conversación con Obama.
Para los españoles, sin embargo, la indiscreción era necesaria. En un momento en el que el aumento del desempleo y la combinación de la crisis de la construcción y la vivienda nacional con la inestabilidad económica mundial han minado la popularidad del presidente de gobierno, posicionarse como interlocutor en una Casa Blanca con el nuevo y popularísimo presidente de Estados Unidos le da estatura internacional.
Más aún, después de un desaire que se prolongó por cinco años, para Zapatero era vital tomarse la foto con Obama en la Casa Blanca que mostrara los progresos del proceso de recomposición de una relación que se trastornó el día que el español anunció la retirada de las tropas españolas de Irak en 2004.
Una recomposición imprescindible en virtud de que en enero de 2010 España asume la presidencia temporal de la Unión Europea y entre las metas principales de su agenda está revitalizar la relación transatlántica e impulsar un nuevo ``entendimiento'' entre Europa, Estados Unidos y América Latina.
Y si por un lado, el acercamiento del sector privado español a Latinoamérica, que en las dos últimas décadas ha crecido sustancialmente, se ha ampliado tanto que ahora no teme explorar la posible colaboración de Estados Unidos y Brasil en empresas conjuntas, el sector público le ha apostado a la intermediación con EEUU y la Unión Europea para normalizar las relaciones con Cuba.
En este sentido, a las autoridades españolas les conviene confirmar que dado que Cuba ``forma parte de la agenda personal'' de Obama, el momento es propicio para reforzar la idea de que el planteamiento de la política española hacia Cuba, hecho por el gobierno de Zapatero hace dos años, es ya el obligado ``marco de referencia'' para Estados Unidos y Europa.
``Nuestra responsabilidad'', declaró el secretario de Estado español para América Latina Juan Pablo De Laiglesia a mediados de año, ``es construir una relación de confianza, de presencia, de influencia, de un proceso que se caracteriza por la dinámica de cambio, y el que no quiera ver que hay una dinámica de cambio, pagará el precio a corto plazo''.
Y aquí es donde el afán de protagonismo de los españoles choca frontalmente con la realidad. Cuando De Laiglesia habla del cambio, ¿se refiere a Cuba? Si el llamado ``marco de referencia'' español establece, como lo insinúan las palabras del secretario, que con una política de acercamiento a Cuba se crearán las condiciones para la democratización de Cuba, que es el requisito principal de la política de Estados Unidos hacia la isla, el gobierno español está equivocado. Aunque no menos equivocada ha sido la política estadounidense hacia la isla que ha tomado medio siglo para calcificarse.
Obama apenas ha iniciado un proceso de apertura que seguramente seguirá ampliándose, pero que sólo finalizará plenamente cuando en Cuba termine el régimen revolucionario, y en Cuba no habrá cambio sustancial mientras Fidel Castro siga manteniéndose en el poder, aunque sea tras el trono.
``Decidle a Raúl que si él no da pasos tampoco yo podré darlos'', dice el encabezado entrecomillado del diario sin atribución directa, pero insinuando que fue Obama quien lo dijo durante un breve diálogo con Zapatero el martes 13 de octubre en la Casa Blanca, y que relatan los reporteros del diario, según ellos, ``con bastante aproximación''.
Asumiendo que en verdad la conversación entre los dos mandatarios se dio en esos términos, lo primero que habría que resaltar es que Zapatero no es el primer jefe de gobierno que habla sobre Cuba con el presidente estadounidense. Meses antes, en ese mismo lugar, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, hizo lo mismo. La gran diferencia es que los brasileños no le filtraron a la prensa el contenido de su conversación con Obama.
Para los españoles, sin embargo, la indiscreción era necesaria. En un momento en el que el aumento del desempleo y la combinación de la crisis de la construcción y la vivienda nacional con la inestabilidad económica mundial han minado la popularidad del presidente de gobierno, posicionarse como interlocutor en una Casa Blanca con el nuevo y popularísimo presidente de Estados Unidos le da estatura internacional.
Más aún, después de un desaire que se prolongó por cinco años, para Zapatero era vital tomarse la foto con Obama en la Casa Blanca que mostrara los progresos del proceso de recomposición de una relación que se trastornó el día que el español anunció la retirada de las tropas españolas de Irak en 2004.
Una recomposición imprescindible en virtud de que en enero de 2010 España asume la presidencia temporal de la Unión Europea y entre las metas principales de su agenda está revitalizar la relación transatlántica e impulsar un nuevo ``entendimiento'' entre Europa, Estados Unidos y América Latina.
Y si por un lado, el acercamiento del sector privado español a Latinoamérica, que en las dos últimas décadas ha crecido sustancialmente, se ha ampliado tanto que ahora no teme explorar la posible colaboración de Estados Unidos y Brasil en empresas conjuntas, el sector público le ha apostado a la intermediación con EEUU y la Unión Europea para normalizar las relaciones con Cuba.
En este sentido, a las autoridades españolas les conviene confirmar que dado que Cuba ``forma parte de la agenda personal'' de Obama, el momento es propicio para reforzar la idea de que el planteamiento de la política española hacia Cuba, hecho por el gobierno de Zapatero hace dos años, es ya el obligado ``marco de referencia'' para Estados Unidos y Europa.
``Nuestra responsabilidad'', declaró el secretario de Estado español para América Latina Juan Pablo De Laiglesia a mediados de año, ``es construir una relación de confianza, de presencia, de influencia, de un proceso que se caracteriza por la dinámica de cambio, y el que no quiera ver que hay una dinámica de cambio, pagará el precio a corto plazo''.
Y aquí es donde el afán de protagonismo de los españoles choca frontalmente con la realidad. Cuando De Laiglesia habla del cambio, ¿se refiere a Cuba? Si el llamado ``marco de referencia'' español establece, como lo insinúan las palabras del secretario, que con una política de acercamiento a Cuba se crearán las condiciones para la democratización de Cuba, que es el requisito principal de la política de Estados Unidos hacia la isla, el gobierno español está equivocado. Aunque no menos equivocada ha sido la política estadounidense hacia la isla que ha tomado medio siglo para calcificarse.
Obama apenas ha iniciado un proceso de apertura que seguramente seguirá ampliándose, pero que sólo finalizará plenamente cuando en Cuba termine el régimen revolucionario, y en Cuba no habrá cambio sustancial mientras Fidel Castro siga manteniéndose en el poder, aunque sea tras el trono.
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