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domingo, 1 de noviembre de 2009

NO TRAICIONE A NADIE....






'No traicioné a nadie', dice Juanita, hermana de Raúl y Fidel Castro
Juanita Castro publicó el libro 'Fidel y Raúl, mis hermanos: la historia secreta', en el que cuenta sus relaciones familiares y políticas.



Juanita Castro publicó el libro 'Fidel y Raúl, mis hermanos: la historia secreta', en el que cuenta sus relaciones familiares y políticas.

Ahora, cuando mira los hechos en retrospectiva, comprende que su trabajo para la CIA y sus posiciones políticas fueron lo que tenían que ser.

Su rostro fue borrado de las fotos familiares por decisión de su hermano mayor, Fidel Castro. El nombre de Juanita, para la mayoría de su familia, significa traición. Así fue desde el 29 de junio de 1964, cuando, desde el exilio, habló ante los medios en contra del régimen implantado por sus hermanos en Cuba. Pero no fue ese el momento en que Juanita Castro Ruz empezó a distanciarse de la revolución liderada por Fidel y Raúl. Ya llevaba años trabajando en su contra, aliada nada menos que al servicio de inteligencia de Estados Unidos. A sus 76 años, Juanita Castro publica Fidel y Raúl, mis hermanos en el que habla de su familia y de sus días a las órdenes de la CIA.

Su desencanto con la revolución fue muy rápido. ¿Qué la llevó a esa desilusión?

Desde los primeros meses empecé a ver sus injusticias, que no me parecían necesarias de cometer en un sistema que pintaba ser democrático. Quitarle a la gente sus bienes bien habidos era apenas una parte de esa injusticia. Pero sobre todo estaban los juicios que se hacían. Condenaban y fusilaban a cualquiera por razones insignificantes. Ellos empezaron a dar pasos equivocados y yo a llenarme de dudas. Me di cuenta de que no estaban implantando una democracia ni respetaban los postulados de la revolución de la Sierra Maestra. Eso me dio pena y preocupación.

Usted plantea que la decisión de Fidel Castro de tomar el camino comunista pudo haber tenido una influencia externa.

Yo pensaba que había sido así. Que había sido por una influencia u otros motivos. Incluso pensé que el poco caso que se le puso a Fidel cuando visitó Washington a principios del triunfo de la revolución había podido influir, porque fue un recibimiento muy frío de parte del gobierno de Eisenhower. Pero lamentablemente después llegué a la conclusión de que todo fue una farsa, que todo fue bien preparado de antemano por ellos. Ahí cambió mi vida y mi deseo de seguir ayudando a la revolución.

Habla de las diferencias entre Fidel y Raúl. Describe a Fidel como insensible, frío, y pone de ejemplo el que no haya llorado el día que murió su mamá.

Ese día de la muerte de mi madre, el 6 de agosto de 1963, marcó el final de mi relación con mi hermano. Nosotros éramos hijos bien llevados, a diferencia de lo que han dicho. Los mayores protegían a los menores. Menos mal que me quedan los buenos recuerdos de mi niñez. Pero sí, Fidel era totalmente diferente a Raúl. Raúl era una persona afectuosa, cariñosa conmigo y con mi madre. Ella acudía a Raúl cuando tenía un problema. No a Fidel. Fidel nunca tenía tiempo para nada.

"Nunca me gustó y nunca me simpatizó. Así de sencillo y así de corto". Ese es el inició del capítulo sobre el 'Che' Guevara. ¿Piensa que Castro le dio demasiado espacio al 'Che' en la revolución?

El Che pudo haber influido, pero no fue determinante en el curso que tomó la revolución. Él era un instrumento más que Fidel tenía para expandirse en el continente americano. Guevara llegó a altas posiciones en el gobierno, como ser director del Banco Nacional de Cuba, sin saber nada. Han creado del Che un ídolo que no se ajusta a la verdad. Han empleado recursos sin limitación para crear esa figura fabulosa y romántica que muchos jóvenes todavía admiran. Es un error. Algún día tendrán que poner en el lugar que se merecen a todos esos personajes fatídicos.

¿Fue difícil la decisión de alejarse de su familia y aliarse con la CIA, uno de los mayores enemigos de sus hermanos?

Figúrese. Como la mayoría del pueblo cubano, yo luché para que triunfara la revolución que dirigía Fidel porque creía que iba a poder resolver los problemas de mi país. Esa revolución no la hizo solo Fidel: la hizo la gran mayoría del pueblo cubano. Mi caso, como hermana suya, fue muy difícil. Tenía que tomar un camino u otro. O me quedaba en Cuba, indiferente a la tragedia que se estaba viviendo, de espaldas a la realidad, o me enfrentaba al régimen de mis propios hermanos. Mi forma de ser no me permitía vivir indiferente. Tomé la decisión más complicada y quizá la más incomprendida, pero tengo la satisfacción de haber hecho lo que debía.

Si la hubieran arrestado, ¿sus hermanos habrían decidido ajusticiarla como a tantos otros que condenaron por contrarrevolucionarios?

No sé lo que me hubiera pasado. Ellos eran conscientes de que yo estaba en oposición al régimen, que ayudaba a personas que trabajaban en su contra. Tuve una actividad bien fuerte y en realidad no creo que ellos vivieran ignorantes de lo que yo hacía, aunque sus servicios de inteligencia no conocían todo. ¡Claro que podía haberme pasado algo! Mi mamá era mi apoyo y la que mediaba en la situación. Por eso, cuando murió, me sentí en el aire. Quedé al descubierto y ellos podían actuar de cualquier forma contra mí. Raúl me ayudó al plantearme la salida del país.

¿Con la CIA realizó solo acción humanitaria, como afirma, o hizo otro trabajo?

Fue humanitaria en un 95 por ciento. Protegía a las personas, les buscaba escondites, asilo político. La CIA me daba instrucciones de a quiénes apoyar y dónde los podía contactar. En algunas ocasiones tuve que mover armas de un lugar a otro, desaparecerlas. Y lo hacía. Pero el trabajo humanitario fue el más importante, porque la gente estaba llena de pánico. Mi calidad de familiar me permitía cierta movilidad. Pero me encomendaba a Dios y trataba de ser lo más discreta posible. Fui muy osada.

Usted llegó a Estados Unidos en 1964 y poco después el gobierno norteamericano le pidió que bajara la intensidad de sus críticas hacia Cuba. ¿Por eso decidió apoyar una opción armada contra el régimen castrista?

Primero terminé mi colaboración con la CIA porque no acepté lo que me pidieron. No podía decir que lo que fue malo hoy era bueno mañana. Sentí que me habían traicionado y, bueno, se presentó una expedición a Cuba al mando de Vicente Méndez. Decidí quemar los últimos cartuchos y le di todos los recursos que tenía. Lamentablemente Méndez cayó en su esfuerzo después de pelear durante tres días en la zona de Baracoa.

¿Esperaba la reacción que tuvo con usted el exilio cubano?

No. Yo pensaba que si estábamos luchando por la misma causa iba a ser escuchada y respetada. Al fin y al cabo estaba denunciando al régimen de mi propia familia. Pero en algunos casos fui rechazada y maltratada. Me dio tristeza ver que no éramos capaces de unirnos para luchar. Mientras el exilio se pelea entre sí, Fidel se ríe.

Dice que Raúl Castro puede ser el que haga un cambio en Cuba.

Siempre he pensado que él puede ser el instrumento para la transición. ¿Quién más? Él es quien tiene el poder en sus manos para un relevo democrático, para la liberación de presos políticos y el respeto a las ideologías diferentes. Ojalá lo haga.

¿Qué opina de la extensión de la izquierda en países latinoamericanos, con Chávez, Correa, Ortega, Morales...?

Esos son los payasos del marxismo del continente americano. Espero que los pueblos hayan aprendido, porque la lección de los cubanos ha sido muy larga y muy dolorosa. Que no aspiren a convertir a ningún país en la Cuba del futuro.

¿Ha hablado con sus hermanos en estos años de exilio?

No hablo con Raúl ni con Fidel desde que salí de Cuba.

"Yo nunca, Fidel, a ti ni a Raúl, a ninguno de mis hermanos los traicionaría", cuenta en el libro que le dijo a su hermano. ¿Lo que usted hizo fue traición?

Yo no traicioné a nadie. Si ha habido traición, desafortunadamente, ha sido de mis propios hermanos. A mí me traicionaron en mis principios y en mis ideales. Yo no cometí traición porque yo no implanté en Cuba ningún sistema; mi sistema era el que se predicaba desde la Sierra Maestra, cuando se luchaba contra Batista. "Pan sin terror", como decíamos entonces. Esas fueron palabras de Fidel y que él traicionó.
MARÍA PAULINA ORTIZ

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