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viernes, 6 de noviembre de 2009

SECRETOS QUE MATAN





By ROLANDO CARTAYA
``Esta ilusión de paraíso nos está matando'', dice Yoani Sánchez en su blog Generación Y acerca de la reciente ola de enfermedades infecciosas en la isla y el secretismo del gobierno de Cuba. Me disgusta emplear un cliché, pero lo cierto es que la primera vez que entrevisté a Yoani --poco después de su despegue como blogger a fines del 2007-- ``no pude imaginar'' que Generación Y se convertiría en una de las bitácoras más leídas del mundo. Y creo que tampoco ella.
Los merecidos reconocimientos de la revista Time, el diario El País y la Universidad de Columbia han servido sin duda para potenciar la exposición del drama cubano al ritmo de decenas de miles de visitas en internet. Hoy no hay colega que visite la isla y se permita regresar sin una entrevista con Yoani. La protección de que disfruta esta moderna juglar ampara por otra parte un pujante movimiento de bloggers isleños, en el que descuellan voces como las de Claudia Cadelo, Miriam Celaya, Orlando Luis Pardo e Iván García.
¿Cuál es el secreto del éxito de Yoani? Creo que son esas cápsulas concentradas suyas de cotidianidad. Intimas, modernas, de redacción serena y expedita lectura componen, a brochazos, el óleo impresionista de una realidad que había encontrado sus primeros cronistas creíbles con la aparición de la prensa independiente, a mediados de la década de los 90. Si se hurga en ese catauro, se verá que muchos de los temas de Yoani se reflejaron antes, con no menos lustre, en las páginas virtuales de Cubanet, Nueva Prensa Cubana, Cuba Free Press o Cubaencuentro. Pero entonces sólo llamaban la atención del exilio, las organizaciones defensoras de la libertad de prensa y algunos diplomáticos. Consuela pensar que esos valientes reportajes --por los que más de una veintena de periodistas pagan largas sentencias de cárcel-- serán pauta obligada para reconstruir la vida real en Cuba tras una larga página en blanco en la que sólo se han colgado las postales paradisíacas de Granma y sus ecos. Saludo y celebro el fenómeno blogger, pero hay algo que me preocupa, y que no tiene que ver con ellos, los blogueros, sino con todos los que vemos los toros desde la barrera.
Me preocupa que, como las modas, los blogs deslumbren hasta el punto de olvidar que todavía se hace en Cuba un periodismo independiente tan valioso para el conocimiento de la verdad como las estampas blogger, aunque más dedicado a su investigación, más dispuesto a meter el pie en la puerta del secretismo, aunque lo pierdan en el intento.
Ese compromiso lo acaban de demostrar jóvenes reporteros independientes en las últimas semanas, en torno a a la propagación y las primeras víctimas mortales en la isla de la gripe A H1N1.
Protegiendo el vital turismo y sus charreteras de potencia médica, el gobierno cubano estuvo insistiendo hasta el viernes pasado en que no se habían reportado en el país fallecimientos asociados a la pandemia. Mucho antes, a mediados de septiembre, la periodista reglana Ainí Martín Valero documentaba el deceso, en el hospital materno de San José de las Lajas, de la joven Mariam García, de 23 años, y del bebé que llevaba en su vientre. Alvaro Yero se había ido a la funeraria de Mantilla a averiguar con los familiares de una estudiante de la secundaria Pablo de la Torriente Brau cómo fue que falleció en camino al Instituto Pedro Kourí. En el policlínico apenas le dieron una duralgina para la fiebre. En Santa Clara, Yesmi Elena Mena se las arreglaba para vencer el miedo de dos trabajadores del hospital Arnaldo Milián y obtener así doble confirmación de que en ese centro también habían fallecido personas con el virus H1N1. En El Roque, cerca de Colón, Matanzas, la dama de blanco Alejandrina García verificaba el nombre de Yudanis Mejía Rodríguez, una joven lugareña con siete meses de embarazo que había llegado de visita de México, quien murió tras agravarse. ``Insuficiencia respiratoria'', escribieron en el certificado de defunción. Después, Alejandrina supo que habían fallecido otras dos mujeres en los poblados matanceros de Martí y San José de los Ramos, y un joven en Triunvirato.
No por gusto se afirma que el derecho a la libertad de expresión es la garantía de todos los demás derechos. En una entrevista que le hice, Alejandrina se preguntaba cómo era posible que no le hicieran saber a la población que esta enfermedad también estaba matando a cubanos, no sólo a mexicanos y norteamericanos como mostraba la televisión. Estoy convencido de que, de no ser por el trabajo de estos valientes periodistas empíricos, aún no lo sabríamos. Y lo que es peor, no se sabría en Cuba.

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